El goce real y las neuroimágenes. Dónde reunirnos con las neurociencias?
Soledad Gonzalez Prado

Manes se propone "pensar el cerebro con el objeto de que podamos vivir mejor", porque "cuanto uno más comprende sobre sí mismo, más va a saber atenderse y cuidarse, es decir, vivir plenamente". [1] Comprender, el sí mismo, es aquí poder ver al cerebro a través de neuroimágenes, para dar un sentido que complete un saber sobre el sí-mismo-de-todos: el ser humano.

Este libro gira en torno a un órgano del cuerpo sin el cual el ser humano no es tal. Y esto, es más exacto que verdadero: el cerebro nos da humanidad, en la especie.

Manes reconoce que los estudios no darían cuenta de lo singular: "Todavía no hay una teoría general del cerebro […] ni sabemos cómo las neuronas y sus conexiones dan lugar a ese proceso […], subjetivo que es propio de cada uno […] al experimentar […] una situación dada". [2]

La ciencia, y enhorabuena, trabaja para alcanzar teorías válidas para todos. Pero ¿es conseguir una teoría general del cerebro la que nos permitiría vivir mejor?

El punto de partida del psicoanálisis también es un universal: todo ser hablante está traumatizado por lalengua. Pero, cada uno ha inventado una respuesta frente a ese traumatismo: el sinthome. El resultado del encuentro entre lalengua y el cuerpo, el parlêtre, supone una satisfacción singular que "[…] no se encuentra ni en lo imaginario ni en lo simbólico […] es del orden de lo real. Eso implica que […] todo este montaje se alza […] contra el goce real, para contenerlo". [3]

Esta singularidad del ser hablante no se puede universalizar, ni demostrar o tratar con una imagen.

Por ejemplo, trabajar con lo imaginario del fantasma, es bien distinto de hacerlo con neuroimágenes. Marcus Vieira lo dice así: "Una imagen (en un sueño, por ejemplo) puede ser tomada en un juego de decir en la estructura del significante […] para esto es necesario que haya un espacio para el enigma, un vacío en el saber". [4]

Para Manes, "el funcionamiento de la mente se infiere de conductas observables". [5] Por eso es tan importante atender el comportamiento: de las personas y de las neuronas. A él se puede acceder a través de los sentidos biológicos y los significados compartidos. Se le puede aplicar un sentido común. Con el goce real, en cambio, no experimentamos de a varios.

Las imágenes también están hechas de algo que se puede compartir. Se dispongan o no al juego de decir, tienen el potencial de ser una construcción simbólica. La imagen es pariente del sentido.

El goce real en cambio, no entra en el código, es sin ley y no es para comunicar. Lo real, "mudo" [6] y sin sentido, no es "visual", como "algo que se muestra con el dedo". [7] El goce real no puede ser captado en imágenes: eso implicaría la posibilidad de enlazar algo que es inefable hasta para el sujeto mismo.

Manes avisa que las ciencias no podrán medir la conciencia "privada, invisible, esa experiencia subjetiva e íntima que hace al ser humano un fascinante mar de incógnitas". [8] Lo que no se deja ver con los "sentidos": algo insondable y enigmático que Manes abandona en manos del arte. El psicoanálisis se ocupa de eso, que no hace conjunto. Y ahí es eficaz. Ahí podríamos reunirnos.