Lo femenino en la feminización del mundo
Josefina Elías

La pregunta por lo femenino colocó algunas balizas en nuestro trayecto de trabajo, en tanto núcleo condensador de un real que como tal es inasequible, esquivo a cualquier intento de elucidación, pero que nos orienta para despejar la opacidad discursiva que lo ubica como un territorio exclusivo de mujeres.

El discurso, para Lacan, funciona como regulador de un goce y las teorías de género bien pueden dar cuenta de ello, permitiendo enmarcar los debates actuales y localizar la diversidad inherente a las modalidades de goce de la época. En esta vía, la civilización y el campo de lo femenino en sus declinaciones posibles convergen en un punto que materializa mi rasgo en el cartel: la lógica del No-todo. [1] Rasgo que adviene dando tropiezos desde sus inicios, interrogado por el desplazamiento de la moral sexual victoriana a la moral actual, atravesando lecturas de F. Fajnwaks, con sus estudios sobre las culturas queer, las elaboraciones de M.H. Brousse sobre los estudios de género, etc., pero contando con las tablas de la sexuación como punto de partida y retorno. Como en la banda de Moebius, las tablas inscriben una apertura y a la vez un horizonte donde siempre parecemos estar próximos. Nuevas lecturas advienen acerca de las posiciones sexuadas en el siglo XXI que parecen revelar diferentes modos en que los sujetos viven la pulsión. La clínica hoy nos permite localizar que el lugar del objeto a y la relación del goce fálico al Otro goce no se presentan ya bajo la égida del Nombre del Padre tal como en la época del inconsciente freudiano. De allí surge la pregunta por los fundamentos del psicoanálisis para pensar qué hace masa hoy. "Estamos ahora, en la transacción entre las exigencias de la civilización y las de la aspiración a la libertad de satisfacer las pulsiones". [2]

Ciertamente, el orden simbólico cambió y la orientación por lo real impone pensar las coordenadas del malestar de la civilización disímil de aquel planteado por Freud, de la identificación a un rasgo extraído del Otro. El deseo es también el de la operación del fantasma, donde el sujeto se capta en su desaparición, esto define un funcionamiento de la psicología de las masas. Hoy las "masas hipermodernas"definen una puesta en escena fantasmática de la desaparición del sujeto (afánisis). [3]

Podríamos pensar, por ejemplo allí, la marcha denominada Ni una menos, que no alcanzaría el estatuto de consigna -o en tanto consigna es paradojal- puesto que conlleva en sí misma la versatilidad de la pasión reivindicativa cuya característica es lo espontáneo, sin líderes. Una proliferación de pancartas y escrituras en cuerpos desnudos aparece en el nuevo orden simbólico produciendo el llamado a un Amo que ordene y tampoco ha podido encontrar allí, en la liquidez de lo efímero, su lugar y su lazo. Avanzando en esta línea, lo que en la actualidad prevalece es una relación con un goce que excede la medida fálica, que se define como no-todo fálico.

Mujeres tomadas en su recalcitrante soledad, ¿es este su rasgo identificatorio, la soledad masificada del goce de cada una? La subjetividad moderna se define por un régimen del sujeto como el corte que solo tiene relación con un agujero, con el vacío fuera de sentido, pero como dice Lacan, puede "ser contabilizada": (Ni) una menos.