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Lo que veta toda universalidad | Productos | Cuatro+Uno
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Lo que veta toda universalidad
Liliana Aguilar

 

Cartel: "La transferencia en sus vertientes política, clínica y epistémica".
Rasgo: La transferencia libidinal

La dialéctica del todo y la excepción no es otra que la de "Tótem y tabú". Basta con exceptuar un elemento para que se cierre el conjunto y se conforme un para todos. También podemos decirlo como lo hace Freud en "Psicología de las masas…": es la identificación vertical al Ideal, que aquí funciona como el elemento de excepción, lo que permite que los pequeños otros se identifiquen entre ellos y conformen una masa. El cartel, lo sabemos, está pensado como un dispositivo para contrarrestar esta lógica de lo universal, se impone.

La pregunta de la que parto es: ¿qué es lo que permite esta operación del cartel o, en todo caso, cómo se podría pensar un lazo social que no esté referido a la excepción? Más precisamente aún, ¿qué hace que los sujetos se mantengan juntos cuando no los convoca una identificación vertical común, cuando no hay ese fuera de serie que cierra la serie en un para-todos?

Cuando Lacan presenta las tablas de la sexuación, en el Sem.XX, lo primero que dice para referirse al lado derecho es que lo femenino es lo que veta toda universalidad[1]. Podríamos decir, en una primera aproximación, que todo aquello que objeta, que se opone a la pretensión de universalidad, va en la línea de lo femenino.

Después de todo, esto no está para nada alejado de lo que Freud decía cuando señalaba que las mujeres se oponen a los intereses de la cultura porque tienen un superyó más debil. Es esa "debilidad" la que Lacan lleva al estatuto de "veto" desprendiéndola de otra lógica, la del no-todo. No todo hombre y mujer están sujetos a la función fálica. Esto es decir que no todo se dirime en la dialéctica falo-castración. Y Lacan agrega, eso que hace obstáculo a la función fálica, no puede escribirse o solo puede escribirse como no fálico[2]. Entonces, eso que no puede escribirse, que hace obstáculo, que veta no es ni más ni menos que eso no identificable alrededor de lo cual se dibuja esta otra lógica, a saber, el agujero que aloja el enigma de la feminidad. Decir enigma no quiere decir, y en esto Lacan y Freud se separan, que haya allí un secreto o algo oculto a develar o a descifrar. Freud intenta hasta el final darnos la clave del supuesto secreto de la feminidad. Si Lacan pudo dar un paso más allá, no fue por haber develado el enigma sino por hacernos evidente de que no había secreto sino que simplemente no había, que se trata de un vacío al que como dice Lacan de lo real, no le falta nada[3]. Y lejos de ver en ello un obstáculo o un problema a solucionar, como Freud, introduce otra lógica que se ordena a partir de este vacío y que como tal, estará imposibilitada de inscribirse en el conjunto cerrado de lo universal, abriendo así otra vía, lo singular. Lo femenino no es, entonces, un obstáculo para Lacan sino precisamente aquello que puede obstaculizar la sociabilidad universalizante, justamente porque se sostiene en lo singular.

En este sentido quizás no sea una imprudencia pensar el cartel como femenino, así como lo hacemos con la Escuela. Si bien el cartel cuenta con algo del orden de una excepción, podríamos decir, en el sentido de un lugar desigual al resto, el Más Uno, se trata de alguien que puede ser cualquiera, que se elije libremente y que permuta. Se trata de un uno vulgarizado, trivializado, pluralizado, que asegura por su lugar en la estructura la no dispersión al tiempo que resguarda una función de descompletamiento preservando así ese no-hay.

Frente a ese agujero, frente a ese "no hay" propio de lo femenino, nos quedan dos salidas: o se rechaza, prestándose a los hipnotismos, tan fascinantes como adormecedores, que genera lo que sí cierra; o, y esta es la apuesta del cartel, se lo aloja echando a rodar así otro tipo de atracción ya no hipnótica sino, diría, agalmática[4] propio de lo que no cierra. Será, en el mejor de los casos, esta atracción la que invitará a responder a cada uno desde su singularidad y conformar desde allí un lazo social. Un lazo social a la manera más bien de un equipo[5]. La noción de equipo, a diferencia de la masa, de la multitud, del grupo, tiene como condición que cada uno ocupe su lugar, su puesto, que cada uno tenga su función, que cada uno juegue su rol. En definitiva que cada uno se identifique a lo suyo y lo ponga en juego en la relación con los otros.


* EOL Sección Córdoba.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

  1. Lacan, J. Seminario 20: Aún, "Una Carta de Almor", Pag. 97.
  2. Lacan, J. Seminario 19:…o peor, "Lo que incumbe al Otro", Pág. 114.
  3. Lacan, J., Seminario 10: La Angustia, "La mujer más verdadera y más real", Pág. 202.
  4. Miller, J-A., Cinco variaciones sobre el tema de la elaboración provocada: "Pero a ello se le añade que al agente se le imputa ocultar, en su vacío mismo, la causa de su deseo, bajo las brillantes apariencias del agalma"
  5. Miller, J-A., Idem: " vemos eso en los scouts: cada uno se inventa un nombre. Desde luego no vamos a comparar a un cartel con una banda de scouts pero, en fin, tienen en común la noción de equipo".