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Aproximación a un problema | Plenarias Jornadas | Cuatro+Uno
PLENARIAS JORNADAS

El desorden de la clínica en la época actual
Aproximación a un problema
Osvaldo L. Delgado

Sabemos que orden y clínica nunca se llevaron bien, y esto desde el inicio del psicoanálisis. Cada caso, cada contingencia singular, desbordó siempre todo orden.
Pero cuando se introducen los significantes "época" "actual", se está avanzando sobre una cuestión distinta.
Parafraseando a Lacan: ¿Cómo esta época vive la pulsión y sus consecuencias?
El real sin ley de la última enseñanza de Lacan, se presenta congruente con la orientación que J. A. Miller nos brinda con su referencia al Manifiesto Comunista de Karl Max. Retengamos, para poder avanzar, solamente la frase: "todo lo sólido se desvanece en el aire, todo lo sagrado es profanado" (Marx).
La desmentida de la castración que implica el discurso capitalista, y la forclusión del nombre del padre, sustituido por la ley de hierro en la cultura, son solidarios de la combinación, del imperio de la ley del mercado y el desarrollo científico-tecnológico.
Este desorden implica tanto al Nombre del Padre, como al ordenamiento fálico de la libido, aquel que encarcela el goce en la función fálica, en un símbolo, "en una simbolización de lo real" (Miller).

En términos de la última enseñanza de Lacan, la operación analítica que implica desordenar, desbaratar la defensa contra lo real, de un real sin ley y sin sentido está a la altura de cómo ésta época vive la pulsión.

Pero ¿cuál es el estatuto hoy, de lo que clásicamente llamábamos perversión?
¿Acaso hace 20 o 30 años, no sucedía que alguien que se presentaba a la consulta, diciendo que se autopercibía distinto a su sexo biológico y quería inscribir el cambio de sexo y el cambio de nombre propio en un registro simbólico podíamos empezar a intuir algo distinto a la neurosis?

Una vedette, se llama a si misma mujer con pene (no desea operarse), se casa, tiene hijos de los cuales puede ser el padre biológico y al mismo tiempo hacerse llamar madre. Los puede bautizar y salir en las tapas de revistas de actualidad con el sacerdote oficiante y el altar como escenario.

Un psicólogo argentino condenado por pedofilia, es reporteado por una revista de la derecha liberal, en donde afirma que pedofilia no es delito, sino amor a los niños.
La Iglesia Católica, supuesta defensora del "Nombre del Padre", y de un real estable llamado orden natural, no le impide a un cura acusado de pedofilia visitar a los niños, ni le impide realizar la misa.
Esto en la época de escándalo mundial (prontamente acallado), por los miles de actos pedofílicos cometidos por sacerdotes católicos, mientras el Papa condena el uso de preservativos.

Los travestis, ya no gozan angustiando al partenaire con la "sorpresa".
Son visitados cotidianamente por miles de hombres con una vida heterosexual (para llamarlo de alguna manera).
Podemos ver por televisión e internet programas de sádicos, de masoquistas, de exhibicionistas, de voyeurs, etc.
En un programa de televisión, un reportaje a una persona de sexo biológico hombre, nos informa que se ha operado para poder tener relaciones lesbicas con otra mujer.
También con hombres, tanto en forma "activa" como "pasiva" – Es hetero, homo, trans, etc. – Rechaza toda definición, considerando que es totalitarismo que lo quiere etiquetar.

Expone, lo que Badiou en su excelente texto "El Siglo", desarrolló diciendo que la verdadera revolución psicoanalítica no fue hablar de la sexualidad infantil, sino que radicalmente en el sexo, hay algo inatrapable por el sentido.
Pero todo esto al mismo tiempo, es presentado como emblema de la época, y acorde con los derechos humanos.

Sabíamos que el perverso ha encontrado su objeto, tiene certidumbre sobre su modo de gozar. El perverso tiene la respuesta, afirma Miller.
El código ahora dice: usted es como se autopercibe. Usted no se pregunta. Usted tiene la respuesta, e inscribirlo en el Otro simbólico es acorde con los derechos humanos.
Nuestro colega J. C. Indart, lo dice con todas las letras: "En este nuevo orden no hay perversión, todo está permitido, y solamente hay que reglamentar ese permiso con especial atención, en última instancia, a la mayor ganancia que produzca. Si la produce, la reglamentación se amplía. Si aún no la produce, la reglamentación espera."
Las perversiones son del Nombre del Padre; si este está forcluido en lo social, como lo anticipa Lacan en "Los no incautos yerran", se disipan –pasan a formar parte de la cultura de la época–.

Más claramente, quedan siendo acorde con emblemas de la época y como modalidades de acumular ganancias.
Sólo subsisten "restos tanto del antiguo orden" del Nombre del Padre como de un real que siempre volvía al mismo lugar.
Freud lo fundamentaba en el fetichismo y su referencia era la castración. El fetiche como endeble triunfo sobre la castración.
La referencia de Lacan es el masoquismo. El perverso, verdadero creyente, el "defensor de la fe" lo llama en el Seminario 16, el trabajador incansable del completamiento del Otro.

En el Seminario "La lógica del fantasma", va a afirmar que "en la medida en que el Uno presumido del pacto sexual es dejado intacto ahí y donde la partición hambre y mujer no se establece, es que el sujeto llamado perverso viene a encontrar el nivel de ese irreductible que es, en ese pequeño original, su goce".

En esa etapa media de la enseñanza de Lacan, la llamada partición hombre-mujer se sigue sosteniendo en el Nombre del Padre. Cuestión que se desplaza en el "Seminario XX".
En el "Seminario XXII" sabemos que el padre como síntoma, como pere versión, va a dar cuenta de tomar una mujer como causa de deseo, hacerla madre y prodigar los cuidados paternales.

Pero si el perverso busca desmentir la no relación sexual mediante su fantasma, ya que éste le permite captar el goce de su compañero ¿Qué sucede cuando ese compañero no es solamente el marido de la vedette, sino también el cura, la iglesia, los medios de comunicación, el público, etc..?

Cuando la división es rechazada por el empuje a la norma.
Cuando un travesti ocupa, ella misma, el lugar del fetiche para un colectivo social.
Cuando la dignidad del semblante es sustituido por el simulacro que pretende colmar el agujero.
Por lo tanto, como rechazo del inconciente que ahora llamamos transferencial.
En esta época de la defensa contra lo real sin ley y sin sentido como lo afirma Miller, nuestra operación de desbaratar ese recurso ¿Permitiría que se pueda lograr un "uso sintomático del modo de gozar" digno del agujero?
Lo que llamábamos estructura perversa en tanto era solidaria del Nombre del Padre, es un lugar preciso entre otros, para afirmar nuestra postulación de lo singular.

Lo que podemos ubicar como nominación imaginaria en la elaboración freudiana, implica la institución del YO, e inhibe el caos originario del autoerotismo.
Sabemos también que congela en una imagen el despliegue de lo simbólico, y se produce el efecto de sentido entre imaginario y simbólico.
Implica la suspensión del despliegue de lo simbólico, y es constitutiva de la masa.
Efecto de fascinación de los integrantes de una masa, e implica como lo dice Freud el rechazo de lo imposible, de la incertidumbre, de la duda, de la división del sujeto de la angustia.

Lacan en el "Seminario 23", nos dice que el psicoanálisis no es un sinthome, pero si el psicoanalista.
Recodemos que un psicoanálisis requiere la creencia en el síntoma y la hipótesis del inconciente, que supone que se puede prescindir del Nombre del Padre con la condición de servirse de él.

Ciertamente es congruente el cristianismo (más, pero no únicamente) en su vertiente protestante, con la desmentida capitalista, porque articula la acumulación de riquezas para estar más cerca de Dios, con el sacrificio-asesinato del hijo. Goce oscuro.

Así como no se trata de restaurar el padre, es sólo la perspectiva del sinthome, la que nos brinda la posibilidad de no identificarnos al fantasma de la época.