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Hacer la experiencia | Cartel y Escuela | Cuatro+Uno
CARTEL Y ESCUELA

Hacer la experiencia
Silvia Salman

El título con el que les propongo intervenir en estas Jornadas, me permite reunir bajo una misma noción, la idea que tengo de lo que fue para mí hacer la experiencia de la Escuela, del pase y del Cartel que es la que nos convoca hoy aquí.

Estas tres experiencias han sido y en cierta manera lo siguen siendo, inéditas, nuevas.

En primer lugar, hace tiempo, tomar la decisión de entrar a la Escuela, implicó un consentimiento a formar parte de un nuevo tipo de Asociación que se distinguía radicalmente de la Institución psicoanalítica a la que pertenecía hasta ese momento.

Este nuevo modo de agrupación de psicoanalistas a la que decidía pertenecer, traía para mí dos novedades. Por un lado el cartel como una nueva modalidad de trabajo y de transmisión, a diferencia de los grupos de estudio con los que me había formado hasta ese momento. Y por otro, el Pase como una nueva manera de definir al psicoanalista, por su análisis y no por su práctica.

Comenzaba así a transitar la experiencia de Escuela y con ella, el cartel y algunos años después el pase, ambos a los que considero los soportes políticos a través de los cuales podemos hacer no sólo existir sino durar el discurso analítico en nuestros tiempos.

¿Qué caracteriza estas tres innovaciones que Lacan propuso a una comunidad de analistas cuando funda la Escuela?

Tanto la Escuela, como el pase y el cartel se constituyen alrededor de un vacío. Conocemos el énfasis que ha puesto Lacan a lo largo de su enseñanza, en preservar el lugar del vacío. Vacío de sentido y de significación que empujaron su propia experiencia más lejos que el inconciente, hasta aislar el síntoma como el modo más cercano al funcionamiento de lo real como imposible. Lo que lo ha llevado a decir que la búsqueda de ese real era, tal vez, su propio síntoma.

La Escuela de Lacan se funda alrededor del vacío de la noción de analista. Despojada de las ceremonias y los ritos que conformaron la Sociedad psicoanalítica fundada por Freud, el deseo del analista es el término que permite nombrar esa diferencia absoluta por la cual un analista puede ocupar su lugar en nombre de su singularidad.

El pase recoge ese mismo vacío ofreciendo a quien quiera hacerlo, los medios para transmitir esa singularidad que ha podido obtener al final del trayecto analítico.

El cartel por su parte, también lo recoge constituyéndose alrededor de un vacío de saber, que tal como propone el argumento de estas jornadas, “pone en juego una pregunta singular que se torna rasgo capaz de motorizar un trabajo propio pero con otros”.

 

El rasgo sinthomático

Me interesa poner la atención sobre el término rasgo.

Cada uno de nosotros hacemos la experiencia de trabajo en el cartel. Formamos parte de ese pequeño grupo a título de un rasgo, de una singularidad que lo vuelve absolutamente heterogéneo. En medio de esa heterogeneidad, la diferencia es lo que nos reúne. Y es la función del Más Uno la que lejos de unificar la experiencia, podríamos decir, la anuda manteniendo abierta esa relación al vacío necesaria para articular el cartel a la Escuela y al discurso analítico.

Si esto se alcanza, ya que no siempre ocurre, tendremos, como estas jornadas lo demuestran, la producción de cada uno o de algunos, que será un testimonio de dicho trabajo.

Ahora bien, la noción de rasgo que Lacan le atribuye a cada uno de los integrantes del cartel, consuena sin duda, con la noción de síntoma.

Tanto el rasgo como el síntoma o aún el síntoma en tanto rasgo son modos de suplir y a la vez mantener abierto el agujero de la imposibilidad de escribir la relación sexual. Es ese el lugar en el que todo debe retomarse a partir de la opacidad sexual. Lacan se refiere a dicha opacidad para hacernos ver que lo sexual no establece de ningún modo ninguna relación. Lo opaco es el fuera de relación, el fuera de sentido.

Entonces, allí donde la escritura de la relación sexual anota un no hay, el síntoma anota un hay y con ello hace rasgo e inscribe un relieve que nos hace a cada uno sin igual.

Al proponer Lacan la entrada a la Escuela con el trabajo de cartel, propone de alguna manera hacer entrar a cada uno a partir de ese relieve, a partir de su relieve.

El relieve del síntoma muestra la relación pura y singular que cada uno tiene con lalengua. Si consideramos que la lengua es algo que se crea, cada uno entonces crea la lengua que habla y allí reside su singularidad.

El cartel así como el pase son los dispositivos que la Escuela ofrece, por distintos medios, para recoger esa singularidad y apoderarse de los rastros que ella produce y que hacen existir el discurso analítico.

El interés por el pase a lo largo del trayecto de mi análisis, me alcanzaba en diferentes momentos según el punto en el que me encontraba en el trabajo analítico. Así los testimonios de los AE escuchados y la lectura de sus textos, me interrogaban cada vez sobre los movimientos que se iban produciendo en mi propio análisis e incidían en él.

En algunos casos se trataba del aislamiento de un significante amo, en otros del recorrido del circuito pulsional. También la reducción del pathos y el esclarecimiento del funcionamiento del goce captaban mi interés. Todo ello me permitía revisar mis propias coordenadas a la vez que el inconciente proseguía cifrando el goce incansablemente.

Pero, en mi propia experiencia, fue la elucidación de la transferencia lo que en su singularidad me condujo a querer hacer el pase, a testimoniar del alcance que eso había tenido en el análisis y más allá de él, en mi vida.

Del mismo modo creo que el tema que elegimos poner al trabajo en el cartel, de alguna manera nos elige y nos trabaja él mismo, en tanto hace resonancia con lo que nos interroga a cada uno según la experiencia por la que transitamos, estemos al comienzo o al final, o aún fuera del análisis.

Por ello considero que ambos, cartel y pase, constituyen el modo de mantener en la Escuela un deseo vivo, un deseo que no es anónimo, tal como se refiere Lacan al deseo del analista.

 

El producto singular

La escritura del discurso analítico nos permite captar un lugar en el que en dicho discurso se obtiene un producto

Cuando iniciamos una nueva experiencia en un cartel, lo hacemos un poco a tientas. Hay un tema general alrededor del cual nos elegimos y nos reunimos, pero tal como ocurre en la experiencia de un análisis, no podemos saber anticipadamente qué obtendremos al final del trayecto. Por eso Lacan habló de invención para referirse a lo que se obtiene al final de una cura. Se trata de aislar lo nuevo en lo que se repite haciendo del sínthoma la invención misma de un análisis.

Ya en otras oportunidades y para referirme a otros temas me ha resultado interesante retomar el artículo "La invención psicótica" de Miller, en donde distingue el término invención de los términos descubrimiento y creación.

La creación pone el acento sobre la invención ex -nihilo, es decir, se crea a partir de la nada. El descubrimiento hace referencia a lo que ya está ahí. Y la invención, es una creación pero a partir de materiales existentes.

¿Cuáles son los materiales existentes a partir de los cuales inventamos?

Tratándose del análisis, son los materiales de lalengua los que constituyen la materia prima alrededor de la cual se construye tanto el síntoma como el fantasma. Lalengua afecta al cuerpo del parletre, produciendo afectos que constituyen acontecimientos propios del cuerpo de cada uno inaugurando una experiencia de goce.

El trabajo de desinvestimiento que opera el acto analítico sobre el goce-sentido que se construyó alrededor de esas marcas, permite investir al final del trayecto un significante nuevo que se agrega sin formar parte de la serie, aunque está hecho de lo que resta de ella.

La producción en el cartel cuenta también con los materiales existentes que cada cartelizante porta a la entrada de la experiencia. Son ellos los de sus marcas, pero también los del saber que creemos tener adquirido.

Sin embargo, tal como ocurre al final de la experiencia analítica, la producción que se obtiene conlleva la marca de un punto de no saber, una opacidad que conviene. De este modo sólo a la salida, en el momento de concluir, se podrá verificar lo que del trabajo colectivo contribuyó en la producción siempre sintomática de nuestra propia invención.

Por ello, siempre queda un resto…resto que empuja a reunirse alrededor de una nueva experiencia de cartel, resto que empuja a querer transmitir a la comunidad la experiencia de un análisis llevado hasta el final.

En ambos casos se trata de sudar la gota, como dice Lacan cuando comenta el texto sobre El placer y la regla fundamental presentado por André Albert.

Un psicoanálisis tanto como un cartel, son la búsqueda de una buena oportunidad que no es siempre obligatoria ni necesariamente una dicha, y que implica para quien lo elija, un consentimiento a pasar por el buen agujero de aquello que le es ofrecido como singular.

Intervención en las Jornadas Nacionales de Carteles 2010