Algunas notas escogidas de mi intervención en la Noche de Carteles (EOL, 2011)
Emilio Vaschetto

El trabajo del Cartel ha sido desde su creación un eslabón fundamental de la Escuela. Inicialmente compuesto de tres personas, por lo menos, o de cinco, a lo sumo más una encargada de la selección, la discusión y la salida que se le reserva al trabajo de cada integrante (según el Acta de fundación de la EFP).

Expresa su vocación inicial de no perdurar en el tiempo y de promover la circulación y el juego de permutaciones. Esto evitando todo "cacicazgo" y favoreciendo el "trabajo de base" por sobre el "rango" que se detenta (términos utilizados por Jacques Lacan en el Acta de Fundación de la Escuela Freudiana de París).

Hay un tiempo lógico del cartel en donde no se trata de acumular un saber, sino más bien de concluir. La circulación colectiva de ese saber (intersubjetividad, disolución de la enunciación) se disipa mediante la anticipación del resultado (momento de concluir).

Mi posición actual respecto de la situación del cartel como locus privilegiado de producción de saber es que la investigación en la Escuela (EOL) viene llamativamente volcándose hacia la universidad (maestrías, posgrados, becas de investigación).

Se me dirá –como muchas veces escuché- que el crecimiento vegetativo de los carteles en la Escuela ha sido exponencial, pero no veo que las estadísticas hayan resuelto nada en lo que respecta al deseo de saber.

Coincidimos en que es un momento propicio para fortalecer ese ámbito de discusión.

Bien podemos definir qué es investigar en psicoanálisis a través del cartel o podemos definir qué es un cartel a partir de la investigación psicoanalítica.

Junto a la creación del cartel en el año 64’ y su renovación en 1980, Lacan deja algunos elementos preciosos para mantener abiertas las vías al deseo de saber: si de un lado es fundamental establecer un lazo fuerte entre los miembros de un pequeño grupo para que un trabajo pueda producirse (ya que sabemos que sin transferencia la transmisión no tiene lugar), es también fundamental que allí pueda darse la separación al fin de un recorrido para que el producto, siempre propio de cada uno, pueda ser allí expuesto a la crítica de otros. Un recorrido intersubjetivo pero que tiene como resultado el recibir el propio mensaje en forma invertida.

Volviendo a la expresión que Lacan utiliza respecto del cartel como "órgano de base" de la Escuela, precisamente, es esta expresión militar la que nos remite a su exquisito trabajo de "La psiquiatría inglesa y la guerra". Allí, si mal no recuerdo, Lacan apela a la figura del leader como (cito de memoria) "aquél que pone al grupo al alcance de su palabra". Frase que podemos tomar en su potencia equívoca para tratar de despejar la función del más-Uno. W. Bion al agrupar a los soldados vueltos del frente en función de un rasgo de debilidad, por ser los dullars[1] de la tropa privilegia ese proceso llamado de identificación horizontal en oposición a esa identificación vertical al jefe de la banda, vehículo de ideales. Esto quizá nos pueda dar algunas claves para entender el déficit de funcionamiento que se conoce en los llamados "carteles ampliados", en donde la circulación de saber se estanca, se vuelve viscosa e inerte atribuyéndose todo a la "lentitud" del leader, a la pobre motivación del más-Uno. Movimiento inverso al producido por el elogiado psiquiatra inglés. No dudo que debe haber algunos carteles ampliados que funcionan ágilmente. Sin embargo, por su propia conformación, esa estructura corre el riesgo de ser un lugar donde las almas planean en el cielo de las ideas, siempre amparadas en su bondad o en su plenitud; en fin, sin deseo. Tal como dice esa canción de los Talking Heads "el cielo es un buen lugar/ pero donde nunca pasa nada".