JORNADAS
XXIV Jornadas Nacionales de Carteles 2015 Plenaria II: "Errantes contemporáneos: los no incautos de lo real" Conversación sobre "Errantes contemporáneos: los no incautos de lo real" Elogio de la errancia ¿Qué psicoanalista para los errantes contemporáneos que no son incautos de lo real? Quiero comenzar, interrogando la relación o incluso la equivalencia (:) de los dos términos que la convocatoria de la mesa propone trabajar. La errancia por un lado y los no incautos por otro. ¿Acaso son equivalentes? ¿O tal vez puedan oponerse? Eso depende de qué perspectiva tomemos sobre la errancia. Ya que a mi entender, hay dos modos de interpretarla: por un lado, como un ir de un lado al otro, un andar, y por otro, como un yerro, un fracaso. En la perspectiva del fracaso, la errancia podría emparejarse con los no incautos, el título del Seminario de Lacan así lo sugiere: los no incautos yerran. Pero en la perspectiva de un ir de un lado al otro pienso que hay algo de la errancia que a los psicoanalistas lacanianos no nos es ajeno y justamente por ser incautos de lo real, por estar advertidos de la presencia de un real sin pretender obturarlo. Es como los "errantes" (traducción que propongo en la ocasión para "flaneurs") que W. Benjamin toma de Baudelaire, los caminantes urbanos que tienen su importancia porque están en condiciones de comprender, construir e interpretar la ciudad. Comparto entonces con ustedes algunos elementos de lo que llamaré tentativamente "un psicoanalista errante" La errancia Lacaniana Entonces, arraigo, errancia y desorientación metódica son tres modos de andar que determinan tanto la relación al inconsciente que cada uno tiene: fija, errante, metódicamente desorientada… como la relación a la existencia o inexistencia del Otro y la práctica que se desprende ello. Cada analista tiene su propia forma de andar, en su vida, en su formación… e importa que cada uno la sepa. Lo que sigue son algunos modos de decir sobre el psicoanalista errante y contemporáneo, lo más cerca posible de mi propio andar. La palabra Que el valor de la palabra se ha transformado, es una evidencia de la época y eso toca al psicoanálisis de un modo directo. Hay una errancia de la palabra que contrasta con la solidez de los discursos de otras épocas. El imperio de las imágenes que hemos investigado recientemente en San Pablo, puso en evidencia un predominio de la desvalorización de la palabra por sobre la imagen y el cuerpo. ¿De qué manera esto impacta en nuestra práctica? Intuimos que hay un régimen de decir nuevo que, sin embargo, no es seguro que no convenga al psicoanalista. Un decir que por estar menos arraigado en el Padre, incluye mucho más lo opaco sin por ello pretender esclarecerlo. La última enseñanza de Lacan y la teoría del Pase de la época son una brújula para sostener esta práctica de la palabra que implica una confrontación más directa con el goce. Por ello el analista deviene más pragmático y la presencia del cuerpo se torna fundamental a la hora de acompañar tanto los anudamientos como los desanudamientos del andar propio de cada analizante. La transferencia La propuesta de Lacan en "La tercera": "sean más sueltos cuando reciben a alguien que viene a pedirles un análisis", se mantiene tan actual como entonces. Un psicoanalista errante e incauto Leer lalengua propia es condición para leer la de los otros. Así como estar advertido del propio goce determina los modos de tratarlo en los otros. En lo que a mi práctica se refiere, puedo decir que en mi andar, el desafío es una y otra vez, producir una palabra que adquiera potencia y un decir que tenga alcance. La errancia en el cartel Por supuesto que cada uno que participa de un cartel, lo hace a su manera y con su estilo. Pero hay algo de un ir para un lado y para otro, de un dar vueltas, de un andar un poco errante que puede ser la condición para un buen encuentro con el tema que finalmente decidiremos trabajar. Hay una pregunta que insiste en mí luego de numerosas experiencias de cartel, incluso del cartel del Pase: ¿soy yo quien elige el rasgo o finalmente el rasgo me elige…? Dejarse elegir por un rasgo es consentir a esa forma de andar, un poco errante pero metódicamente desorientada. Es también mantener vivo el deseo que anima a cada quien a participar de esta experiencia de Escuela que hoy nos ha reunido en torno a numerosos trabajos que son el producto de un errar compartido desde hace tiempo. Septiembre 2015 |