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XXIV Jornadas Nacionales de Carteles | Jornadas | Cuatro+Uno
JORNADAS

XXIV Jornadas Nacionales de Carteles 2015
Sábado 26 de Septiembre de 2015, CABA

Plenaria I. "Opacidades del sexo y el mundo de lo visible: porno, post porno o lo que usted considere"

Cuatro puntos, más uno
María Eugenia Cora

La invitación a hablar sobre esta temática supuso derribar algunos tabúes. Por alguna razón ligué la propuesta de intervenir con el registro testimonial. ¿Qué podría decir sobre pornografía, menos aún del post porno, si mi experiencia con el tema no tenía mayor relieve que alguna escena, algunas imágenes y unas páginas leídas?
Conclusión: la transferencia de trabajo con la Escuela y su órgano de base, dio cuerpo a mi respuesta. Y a mi presencia hoy aquí.

1. Un recuerdo infantil
Forzando mi memoria para localizar la primera vez con el porno, advino un detalle: entraba -silenciosa y sin ser vista- en la habitación de mi hermano 8 años mayor, para sustraerle esas revistas tan preciadas para él como deseadas por mí por haberme sido vedadas hasta que tengas edad para eso. Se trataba de Fierro y -al lado- National Geographic. Pilas de ejemplares de una y otra publicación tapizaban la alfombra de ese espacio cargado de misterio, grafitis, olores y sonidos imborrables. De la primera, registro marcas de la geografía humana al desnudo. [1] De la segunda, un fuerte deseo por conocer el mundo y retratar con palabras los secretos del universo. Ya entonces se coagularon en una pulsión epistemofílica importante. Paradoja del destino que cada uno va escribiendo: mientras mi hermano llegó a ser periodista y referente de Parques Nacionales, acá estoy intentando dar cuenta del porno, post porno o lo que considere… echando mano de las reservas naturales, como Freud llamaba a las fantasías. Por supuesto, no existían por entonces ni la computadora, ni los celulares, ni internet. No había Netflix, ni siquiera cable. Todo lo que quisiera investigar lo encontraba en libros, revistas y alguna escena hurtada a algún mayor.

2. El recurso al saber: elucubraciones
Para llegar al momento actual de difusión planetaria, la pornografía hizo un largo trayecto. El término proviene del griego porne, que significa prostituta, unido a grafía, que quiere decir descripción o representación. [2] Los contenidos pornográficos se han difundido a través de variados soportes: escultura, pintura, [3] literatura, fotografía, cine + Internet.

Se reconocen las tradicionales categorías del porno –softcore, mediumcore y hardcore- limitadas para abarcar hoy una producción sin fronteras: el sexo está en todos lados, es el término más googleado y el tráfico de fotografías y videos hizo de las revistas para adultos objetos del pasado.

Quiero mencionar, a la luz de los acontecimientos ocurridos en la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA hace unos meses –la performance post porno en los pasillos y lo que suscitó- que para mucha gente existen aún en el sexo y su difusión límites infranqueables. Pero no parece haberlos para la pornografía: si hasta hace un par de décadas el contenido pornográfico circulaba con cierta opacidad, hoy está totalmente accesible.

3. Lo que cambia
Me ceñiré a la adolescencia, respuesta al despertar de la primavera, hoy, en la época en que la otra escena del soñar está jackeada por la pantalla y las tecno-ciencias. [4] Sin el padre que asuma la excepción, ¿dónde ubicarla? A. Stevens [5] propone encontrarla en la enunciación: la invención particular. ¿Es posible esa invención en los tiempos de sumisión al Imperio de las pantallas y la imagen omnipresente? Podemos sostener que no se puede vivir sin sueños, sin ficciones, aun para revelar su falla.¿Qué sucede cuando nos encontramos con lo ilimitado, con la tecnología y la imagen en la dimensión de sin fin? Debemos ubicar las modificaciones que produce en los modos de vivir esta circulación global de imágenes: asistimos al reemplazo de la experiencia subjetiva por el flujo de información y la inflación de la imagen. ¿Las nuevas tecnologías constituyen un obstáculo a la elucubración de saber?

Si como plantea G. Wajcman [6] ciencia y técnica "sustituyeron alegremente el mundo por la imagen del mundo", en ese contexto "el tiempo del sueño pasó, ha llegado el del consumo. Cambia nuestra relación con el mundo, con nuestro cuerpo, hasta con nuestro ser". Los chicos hoy no sueñan pero consumen sueños pret â porter. No es lo mismo "ver" que "jugar" como tratamiento de la no relación, mediado por pantalla. Eso que cada uno usa, con lo que cada uno sigue durmiendo, supone la posibilidad de despertar y hacer.

J.-A. Miller propone que este siglo conoce la difusión masiva del porno, pasando no solo de la interdicción al permiso sino a la incitación, a la provocación. "Es algo nuevo en la sexualidad, en su régimen social, en sus modos de aprendizaje, en los jóvenes, en las nuevas generaciones que empiezan su camino. Ahí están los masturbadores, aliviados de tener que producir ellos mismos sus sueños diurnos porque los encuentran ya hechos, ya soñados para ellos". [7]

Sepultada la época de fuerte represión de la sexualidad en la que Freud develó el sentido sexual de los síntomas, navegamos en la era del porno explícito. Como plantea en sus notas sobre pornografía J. C. Indart: "¿Qué queda de eso hoy, cuando para cualquiera y desde tan temprana edad es tan fácil el acceso a lo porno, justamente, explícito, y en qué podría resonar hoy una interpretación sobre el sentido sexual de los síntomas, cuando asistimos más bien, para nuestros analizantes jóvenes, hombres o mujeres, a una gran dificultad para sostener un fantasma lo suficientemente consistente como para relacionarse con otro cuerpo?" [8]

4. Decir sobre lo que hacemos
Cambia nuestra relación al mundo, al cuerpo, nuestros modos de enlazarnos. Eso cambia el psicoanálisis: es un hecho, nos dice J.-A. Miller. Y hace necesario "tratar de ceñirnos más a lo que hacemos en la práctica. Es algo nuevo en la sexualidad, en su régimen social, en sus modos de aprendizaje, en los jóvenes […] que empiezan su camino y cuyas consecuencias se ven en las costumbres de las nuevas generaciones en el estilo de las relaciones sexuales: desencanto, brutalización, banalización. La furia copulatoria alcanza en la pornografía un cero de sentido.

Hace un tiempo me anoticio que una joven está medicada y permanece enclaustrada en su casa presa de ataques de pánico, luego que debutara sexualmente. El contexto de esta primera experiencia sexual fue la vuelta olímpica que dan algunos egresados, totalmente alcoholizada ella tanto como él, sin mediar palabras de amor ni semblante de seducción. En un banco de plaza quedó aterrorizada y sin registro de lo que pasó, esta adolescente que ahora intenta restituir un sentido no a la sexualidad, sino a su vida. El fantasma prêt â porter, la sexualidad explícita y pública, no logra recubrir el desencuentro en el cuerpo a cuerpo que se produce en el sexo. Tiempo después podrá decir. Nada del entrenamiento y conocimiento acumulados sobre las prácticas sexuales a través de la web pudo velar que no hay relación sexual. Por contrario, lo dejó a cielo abierto.

+1. La inexistencia de la relación sexual
El más uno introduce el efecto sujeto en el cartel. Y este efecto es referido no al más uno, sino a otra parte: Freud, Lacan, el saber; más allá del horror a saber. La relación sexual no existe. Como un mantra permite experimentar el fin de una época y de los oráculos. En el comienzo está el verbo: pero verbo y carne van juntos. ¿Qué representa la omnipresencia de porno hoy? Que la relación sexual no existe, ninguna otra cosa. Y eso insiste en sus manifestaciones renovadas.


NOTAS

  1. Milo Manara y sus geniales dibujos, que reencontraría en SexHumor.
  2. Se sigue aquí exhaustivamente la investigación que realizó el periodista y editor Maximiliano Tomas para la Revista Gatopardo, que apareció publicada en su Blog TomasHotel: La guerra de las pornógrafas.
  3. Encuentro interesante este registro periodístico: ya en la India, hace 2500 años, hubo templos decorados con parejas copulando y en las ruinas de las ciudades griegas se hallaron restos arqueológicos de clara intencionalidad erótica. También en el siglo XX, cuando un grupo de arqueólogos descubrió los restos de Pompeya, había un surtido material pornográfico a ocultar.
  4. Tema que despierta mi interés especialmente y que vengo investigando hace ya un tiempo. Menciono el Cartel "Whats up?"
  5. Stevens, A., "La adolescencia como respuesta a la pubertad".
  6. Wajcman, G., El ojo absoluto, Manantial, Bs. As., 2011, pp. 13, 55 y 152.
  7. Miller, J.-A., "El inconsciente y el cuerpo hablante", Lacaniana 17, Grama, Bs. As., 2014.
  8. Indart, J. C., "Nota sobre la pornografía hoy en día", Lacaniana 17, op. cit., p. 147.