EDICIÓN #7
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Estrago y amor femenino
La problemática nombrada social y jurídicamente como "violencia de género", nos interroga como psicoanalistas. Encontramos parejas encerradas en un imaginario infernal, que no suelen quedar por fuera del par síntoma-estrago, verificar en el caso por caso. Avenirse a ser objeto de maltrato en nombre del amor es quizás una modalidad de estrago para una mujer. En el Seminario 23, "Le Sinthome", Lacan nos dice: "Puede decirse que el hombre es para la mujer todo lo que les guste, a saber, una aflicción peor que un sinthome. Pueden articularlo como les convenga. Incluso es un estrago". [1] Miller, propone el sintagma partenaire-síntoma, como una fórmula que define el modo de goce del parletre, un goce siempre sintomático, ya que el síntoma implica goce. Nos recuerda la equivalencia freudiana de la castración en la mujer como la pérdida del amor. La vía del amor para la mujer implica un sin límite. Expresa: "El estrago es exactamente la otra cara del amor…es la faz de goce del amor. Esto quiere decir: dar todo, es aquí donde está el infinito". [2] A continuación, una viñeta clínica de J.-A. Miller que se encuentra en el Seminario El Otro que no existe y sus comités de ética, que nos orienta concepto Partenaire Estrago, antesalas del libro El partenaire-síntoma, al respecto sobre el mismo dice: "Si el hombre para la mujer se aloja en S(A) tachado, no es simplemente un síntoma circunscripto, porque este lugar implica lo ilimitado, no hay límite en él, es partenaire estrago. El estrago implica el carácter ilimitado del síntoma". [3] Partenaire humillante El establecimiento de la pareja tuvo como consecuencia, un reproche constante con palabras de injuria "especialmente crudas" de parte su partenaire. Es por la presión de los amigos que la joven ingresará al dispositivo analítico, develándose la secuencia de condiciones eróticas y de goce: "Después de la injuria le hacía el amor". Todo el dolor se concentraba en el "partenaire humillante", bajo la forma del estrago que la degrada, siendo la injuria el "núcleo mismo de su goce". La elección inconsciente de su pareja, se anudaba a la repetición jugada en su infancia, a través de la injuria paterna padecida que marcó su cuerpo en términos de goce. Se trataba de un padre con profundo menosprecio por la feminidad, de orden religioso. Dirá J.-A-Miller: "La joven gozaba por su partenaire de la estigmatización paterna". De este modo, lograba hacer consistir la relación sexual que no hay, entre un hombre y una mujer, en el nivel sintomático. La injuria, como marca del Otro, podrá ser leída en análisis. Amor al saber inconsciente que viene al lugar del goce que le brindaba el estrago. Subjetivar el goce de palabra, sintomatizándolo, fue una forma de arreglárselas con lo irreductible, en vías de posibilitar otra forma de enlace amoroso. Interrogar la posición de "víctima de violencia", es posible en la medida que el sujeto consienta a otra modalidad del goce más articulada al amor, desde una palabra de enunciación. La apuesta del psicoanálisis, es abrir a la contingencia del amor, a partir de "hystorizar" [5] los embrollos de la repetición, teniendo como horizonte el amor de transferencia para elaborar el estrago por un partenaire. El incremento de casos de violencia contra las mujeres nos interpela como analistas, siendo quizás síntomas que muestran la renovación "del envoltorio formal del núcleo, kern, de goce". [6] Leer las coordenadas actuales que lo promueven es un desafío importante para mantener vivo el psicoanálisis. NOTAS
BIBLIOGRAFÍA GENERAL
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