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Fuego, juego, huella: Moisés con Lacan | Productos | Cuatro+Uno
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Fuego, juego, huella: Moisés con Lacan
Vanesa Otero

 

En el discurso del inconsciente, el significante amo S1 es el padre en su versión significante determinante de la castración. Se trata del despliegue del inconsciente religioso o transferencial que, de darle consistencia, se consigue la petrificación del sujeto en un goce padeciente.

El establecimiento de Lacan del objeto a, la noción de deseo del analista como operador y el dictado interrumpido del "seminario inexistente" sobre los nombres del padre son contemporáneos y los pienso interrelacionados o solidarios.

La posición del analista no es la del Nombre del Padre ni es la de convalidar ni dar consistencia a ninguna versión. La función del deseo del analista como operador permite dejar vacante la versión del padre como significante amo pluralizándolo. Esto es que cualquier significante puede ocupar ese lugar, puede hacer de Nombre del Padre, por lo que no se trata de un único significante. Más aún, el objeto puede ejercer esa función. Y en el Seminario 17, Lacan dice que no volverá a hablar del Nombre del Padre y en su lugar habla del mito definiéndolo por el hecho de que "la verdad se muestra en una alternancia de cosas estrictamente opuestas que hay que hacer girar una alrededor de otra". [1]Me interesa destacar que en un análisis giran una versión del padre alrededor de otras, relativizándose.

Más adelante, a partir del Seminario 18, la posición del analista será la de semblante de objeto, el cual, como aclara Miller, en sí mismo ya es semblante. El padre queda convertido en un objeto cualquiera, ya que a partir de aquí es semblante y "hace creer que hay algo allí donde no hay". [2] Una versión del padre que, reducido a un rasgo, adviene a velar la relación sexual que no hay. En el testimonio de Gabriela Grinbaum, con la voz del padre, ella hizo desde una identificación, la bella voz ronca de la Borges, hasta un síntoma, la disfonía. Estos son modos de arreglárselas con la relación sexual que no hay desde la lógica del todo.

Pero, si "lo que se opone al semblante es lo real, no el ser", [3] entonces la operación del semblante es señalar lo real. Esto es pensar a la neurosis como la operación lograda del semblante en su función de velar lo real, al mismo tiempo que al analista en la posición de semblante, como la operación de señalar lo real, en tanto de esta manera lo des-vela. Así, Gabriela Grinbaum afirma, que en su caso, "Lo femenino asoma cuando dejo de ser la voz para el padre", siendo este un arreglo que abre a la lógica del no-todo.

En ella, el análisis hace un recorrido que va de la voz que vela lo mortificante del silencio del padre (prueba de la relación sexual que no hay) a "una voz que silencia. Un silencio que no es mudo", destacando la invención de un rasgo en principio padeciente: hacer hablar hasta a las piedras; y esto, vía la intervención del analista que hace un grito que indica el final a la vez que la calla. El objeto voz se vacía, el analizante advierte que es semblante de lo que no hay y puede relativizarla, silenciarse. Surge así un nuevo arreglo vía la voz que se silencia.

No dar consistencia a la versión que trae primeramente un sujeto permite dar lugar a las versiones siguientes, ninguna verdadera sino medio-decires. De rasgos de algunas de estas, un sujeto puede servirse para armar un nuevo arreglo singular con lo real. Pero no lo logra solo, sino vía la transferencia a un analista que opera encarnando el objeto e interviene activamente advertido de que lo hace a la vez de que no es eso.


NOTAS

  1. Lacan, J., El Seminario, Libro 17, El reverso del Psicoanálisis, Paidós, Bs. As., 1992, p. 117.
  2. Miller, J.-A., De la naturaleza de los semblantes, Paidós, Bs. As., 2011, p. 18.
  3. Miller, J.-A., De mujeres y semblantes, Cuadernos del Pasador, Bs. As., 1993, p. 16.