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El saber que no hay y la libido | Productos | Cuatro+Uno
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El saber que no hay y la libido
Maximiliano Mó

 

Evocando una expresión de Heidegger que enuncia que "toda verdadera escucha retiene su propio decir", [1] podríamos señalar que toda lectura retiene la propia escritura: la lectura de cada uno recoge resonancias según las propias marcas de goce, según "la letra muda que invoca a todas las palabras". [2]

Allí la expresión retiene insiste, y puede evocar una resonancia con un retoma, pero también con un detiene -o inmoviliza-.

A partir de Freud y Lacan hemos podido ubicar que en la estructura del lenguaje hay algo que no tiene nombre, un goce anónimo. Miller señala que Lacan inventó el objeto a para ubicar que no es el nombre propio de lo que se trata. Añade que el amor es un modo de dirigirse al a a través del Otro del significante; es más "el amor es un esfuerzo por dar nombre propio al objeto a". [3] De allí tenemos a la libido como nombre mítico del goce, que concilia goce y sentido. Pero en esa operación siempre queda un resto, un real que hace que el encuentro sea fallido, el resto que ataca a las identificaciones absolutas. Es en torno a ese resto que las cosas pueden o bien detenerse, o bien, retomarse.

¿Cómo pensar esto en relación al saber? Tenemos ahí la transferencia, que es un asunto de amor y de saber. De allí podemos ubicar que todo parloteo puede tomar dos vías.

La del intento incesante de eludir o excluir la falta, que mientras más se la rechaza más insiste en retornar: en las tentaciones del todo y los efectos de identificación con su catálogo de pasiones, o la rutina, el adormecimiento, donde se termina dando por supuesto el sentido de lo que se dice, lo que se lee, y prima el desconocimiento y la repetición. Se puede leer allí aquel retiene en la tonalidad detiene, es decir, acumulación de goce-sentido, como suele suceder, por ejemplo, con la transmisión en psicoanálisis a través de slogans o consignas, que son lo opuesto al pensar.

La otra vía es preservar lo irreductible, asumir que hay un imposible en la relación, al amor, al saber: esta vía conlleva asumir la inconsistencia de la apuesta y tomar a cargo un rasgo propio que pueda traducir un deseo, que implique un trayecto donde el saber tiene la propiedad del hallazgo, del encuentro: vale uno por uno, es no acabado, no acumulativo. Podemos oír ahí aquel retiene en consonancia con un retomar, es decir, una búsqueda por la vía de lo que se es concernido en el saber. Es así como se elabora, siendo "suscitado por…" Aquí, siguiendo una orientación de Miller, saber leer es mantener a distancia la palabra y el sentido. [4]

Así el cartel, inventado por Lacan en la huella del objeto a, no es sin aquello por lo cual alguien es concernido al saber, donde aceptando la soledad irreductible ante el saber, se comparte un trayecto con otros.

Respecto al trayecto, tomo unas palabras de Miller:

"Podemos pensar en los Holzwege ("sendas perdidas" o "caminos de bosque") [5] de Heiddegger, que son caminos que no conducen a ningún lugar. Son los caminos de los leñadores en el bosque, que van a hacer su trabajo y retornan, no van de un punto a otro. ¿Qué es ir de un punto a otro? Es una acción acerca de la cual se puede preguntar si es exitosa o no; cómo se puede ganar tiempo; una vez llegado al destino previsto se puede olvidar el punto de partida. En otro contexto podríamos ver la relación del Holzwege con la dimensión del inconsciente mismo: el ir de un punto a otro no tiene total afinidad con la dimensión del inconsciente. Introducir el camino de la curación como ir de un punto al otro ya es un cierto forzamiento".

Luego señala el valor de cambiar algo de eso, y concluye: "Un poco más del Holzwege (sendas perdidas) en el psicoanálisis". [6]

El cartel en la Escuela podría ser una buena ocasión para ello.


NOTAS

  1. Heidegger, M., De camino al habla, Ediciones del Serbal, Barcelona, 1990, p. 24. Este tema también está trabajado en: Yunis, J., La página no escrita, Ed. Universidad Nacional del Litoral, Santa Fe, Argentina, 2011, p. 35.
  2. Alemán, J., Notas antifilosóficas, Grama, Bs. As., 2006, p. 79.
  3. Miller, J.- A., Lógicas de la vida amorosa, Manantial, Bs. As., 2009, p. 17.
  4. Miller, J.-A., "Leer un síntoma", AMP Blog. Consultado en http://ampblog2006.blogspot.com.ar/2011/07/leer-un-sintoma-por-jacques-alain.html
  5. Referencia a la obra de Heidegger titulada "Holzwege".En castellano encontramos dos traducciones de este título: - Heidegger, M., Sendas perdidas, Losada, Bs. As., 1960. Traducción de José Rovira Armengol. - Heidegger, M., Caminos de bosque, Alianza Universidad, Madrid, 1995. Traducción de Helena Cortés y Arturo Leyte. - Título original: Holzwege, V. Klostermann, Frankfurt a. M., 1950.
  6. Miller, J. A., Seminario de Barcelona. Sobre Die Wege der Symtombildung, Editorial Alicia Calderón de la Barca, p. 40.