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La contraseña: cartel | El Cartel en el Mundo | Cuatro+Uno
EL CARTEL EN EL MUNDO

La contraseña: cartel
Frank Rollier

 

El cartel, inventado por Lacan hace cincuenta años, atraviesa el tiempo. Sigue siendo hoy la herramienta más preciosa de la cual disponemos al servicio del saber psicoanalítico. En la época de los intercambios instantáneos por internet y de la creencia en un saber ilimitado accesible en todo momento, el cartel es un lugar aparte donde cada uno puede tomarse el tiempo de trabajar su cuestión, en su nombre propio, en un lazo social inédito en relación a otros. Al lado de la cura, da todo su lugar a la palabra para provocar la producción de trozos de saber sobre lo real.

Pero al lado de ese uso clásico del cartel, que puede desembocar en un trabajo escrito, hay otros. Su carro ligero sabe adaptarse al ritmo de la época. Llegado el caso, puede devenir fulgurante para preparar en la prisa un acontecimiento. Despliega entonces plenamente su dimensión política de estar al servicio del psicoanálisis en extensión.

El cartel puede también abrirse más allá de las asociaciones analíticas e interesar a un público nuevo. En su carro pueden montar, al lado de colegas y de un conductor avezado (el más uno), novatos interesados por el psicoanálisis que sean estudiantes, profesionales de instituciones médico-sociales o que pertenezcan a disciplinas afines, gente de teatro, de la literatura, del cine…

Un cartel puede desplazarse también hacia nuevos lugares a conquistar (ciudades abandonadas, por diversas razones, por el Campo Freudiano). Puede exponerse en lugares inhabituales y originales: café, librería, auditórium… por ejemplo; bajo la forma de una conversación que deja lugar a las intervenciones del público. J.-A. Miller se había dirigido en el 2001 a la "opinión ilustrada" en un momento en el que en Francia, después en muchos otros países, el psicoanálisis era objeto de una "tentativa de asesinato". Trece años más tarde, su posición permanece frágil, es muy atacado en la universidad y está bajo la amenaza latente de reglamentaciones decididas por una administración que ha sido corrompida por los gérmenes de la evaluación y de la estandarización (actualmente es el caso de Bélgica). El cartel me parece ser también un instrumento de calidad que permite no tanto dirigirse a la opinión ilustrada como ilustrar a la opinión, y así ensanchar nuestro campo y ganar visibilidad.

El cartel es también, por supuesto, el "órgano de base" [1] de la Escuela, tal como Lacan lo concibió. Esto indica no solo que es uno de sus elementos sino que es vital para su funcionamiento (en fisiología, un órgano es un conjunto de células especializadas en una misma función, como el corazón o los pulmones). El significante "cartel" tiene etimologías y significaciones múltiples: afiche, competencia, grupo… pero en nuestro campo tiene el valor de una contraseña que abre la puerta de una transferencia de trabajo a la Escuela. Una contraseña "no es eso gracias a lo cual se reconocían los hombres del grupo, sino lo que permite constituir el grupo"[2], señalaba Lacan. Es también esta dimensión de apertura hacia un lazo y un saber nuevos que puntualizaba cuando refería su elección del significante "cartel" al italiano "cardo", que significa el gozne de una puerta[3].

Decidir por primera vez trabajar en cartel es dar una patada a una puerta para entrar en otro espacio, distinto al dispuesto por el discurso del amo y por el universitario que ordenan a los sujetos borrarse detrás de un discurso formateado.

Aunque llegar a ser miembro de una Escuela suponga hacer una demanda que es estudiada cuidadosamente antes de ser aceptada, cada uno que "quiera saber" puede llegar a ser miembro de un cartel (cf. la vieja revista Scilicet, "Puedes saber"), Inscribiéndose en un cartel, él puede ponerse al trabajo e interrogar los conceptos psicoanalíticos. Así, por el intermediario de esta herramienta, o mejor de este "órgano" como lo llama Lacan, se encuentra inmediatamente ligado al gran cuerpo de la Escuela y la hace vivir.

Los carteles y el dispositivo del pase, inventado poco después, son los dos pilares de la Escuela. Los analistas de la Escuela, los AE nominados después de haberse sometido al pase y a los cuales la Escuela les demanda que la interprete, tienen mucho para enseñarnos sobre su experiencia de carteles. Es lo que Cuatro más Uno propuso a sus lectores en una serie muy esclarecedora. Esta iniciativa que viene de la EOL es hoy retomada por Cartello, la publicación electrónica de los carteles de la ECF. De una publicación de carteles a otra, eso se junta


NOTAS

  1. LACAN, J. Desescolage. (11 de marzo de 1980) En "El cartel en el Campo freudiano", Fascículos de Psicoanálisis. Eolia.
  2. LACAN, J., "Lo simbólico, lo imaginario y lo real", De los nombres del padre, Paidós, Buenos Aires, 2005, p 30.
  3. Journée d'étude des cartels de l'EFP, 1975.

Traducción: Alejandra Antuña