EDICIÓN #2
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CARTEL Y ESCUELA
Lacan parece decir: atrévanse No he dejado de estar en carteles. Me gusta la forma cartel. Cuando el discurso del psicoanálisis nos toca, el esfuerzo epistémico genera una cercanía preciosa. Algunos carteles son para mí inolvidables; carteles donde se lee, se lee mucho, se desea correr al cartel, hablar con los otros del hallazgo, o llevar el comentario, la pregunta, el detalle. En 1980, justo al disolver la Escuela, Lacan llama a des-escuelarse. Literalmente.[1] Como si dijera: atrévanse conmigo a salir de los caminos trillados. Y lanza "la Causa freudiana", -que "no es Escuela sino Campo",- donde "cada cual tendrá vía libre para mostrar qué hace con el saber que la experiencia deposita."[2] El cartel, así relanzado, rodea, ciñe los bordes de la Escuela[3]; en los carteles bien puede tomar forma un deseo de Escuela. En Argentina formamos carteles antes de que ese deseo soplara en el Movimiento hacia la Escuela. Nos gustó el logo del niño Eolio soplando a dos carrillos. El del mito era más astuto; había engatusado a Odiseo para sacarle información de la guerra de Troya; y al despedirlo le había regalado un odre conteniendo todos los vientos, salvo el que iba a necesitar para llegar derechito a destino. Buen anuncio para la EOL. Y para todo lo que en el Campo freudiano cuenta para su travesía con el mismo vigía silencioso: el cartel. No es metáfora. Imagino la vida del cartel bullendo en su base. Y la presiento en la base de la Escuela que es garante del Pase. Cuando Lacan dice: "Procuré inspirarles otras ganas; la de ex sistir. Eso, lo conseguí,"[4] lo pienso también del cartel, del que afina en 1980 la formalización y la función del más uno, -"uno que si bien es cualquiera, debe ser alguien"-, alguien para velar por los efectos internos de la tarea y provocar su elaboración. ¿Qué más puedo decir? NOTAS
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