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Escuela y formación del analista: Las lógicas colectivas y la civilidad en la Escuela | Lógicas colectivas | Cuatro+Uno
LÓGICAS COLECTIVAS

Escuela y formación del analista: Las lógicas colectivas y la civilidad en la Escuela
(¿Qué política es deducible del psicoanálisis?)
Claudia Lijtinstens

Introducir y enlazar la política al psicoanálisis, nos lleva a plantear el concepto de política en psicoanálisis[1],

La política es aquello que recorta los principios, de los acontecimientos de escuela, los principios de cómo se enlazan los miembros de una comunidad, de aquello que los liga a un lazo social o efecto discursivo, que los agrupa en torno a un ideal, a una relación de cada uno como sujeto con el SSS.

Los dos términos esenciales en la política son la antinomia o el acuerdo entre lo real en juego en la formación y los semblantes.

Deduciendo como principio no ceder ante lo real en juego en la formación.

La formación del analista en primer lugar podríamos abordarla desde el trípode análisis, control y episteme como la vía freudiana ineludible de la formación del analista.

Pero al incluir a la Escuela como concepto en la perspectiva de la formación, ésta ingresa como el cuarto nudo que anuda, como punto de capitón, como síntoma, la Escuela como síntoma.

La Escuela, como ese paisaje en donde se va a desplegar un "estilo de vida" como lo dice M. Tarrab, la escuela como una entidad formadora o que anuda la formación.

Va a ser la Escuela la que aloja la pregunta ¿qué es un psicoanalista?, cuya respuesta -siempre en suspenso- aparece como un vacío de saber, un saber no verificable por la vía de la identidad o por la del modelo.

Por el contrario, cada uno podrá encontrar, como hallazgo la formación, a partir de su propia experiencia, posible a ser verificada por la escuela, si así lo demandara en el dispositivo del cartel del pase.

Lacan plantea la cuestión de la formación y de la Escuela en dos tiempos. En el ´64, con el Acta de Fundación de la Escuela, y en el ´67 con la Proposición del 9 de octubre.

Entre estos dos momentos se produce una torsión que tendrá efectos en los lazos en aquellos que están implicados en la Escuela.

Me voy a detener en primer lugar en el real de la formación. "Hay un real en juego en la formación misma del psicoanalista" dice Lacan en "La proposición…".y las sociedades existentes se fundan en ese real. Esto, según lo entiendo, se refiere al agujero mismo de la formación y de la garantía. Hay, por lo tanto, un imposible de cernir en la formación, correlativo a la inexistencia del Otro.

Lacan dice en este pronunciamiento que en la interrelación entre el psicoanálisis en extensión y en intensión hay "puntos de fuga", hay hiancias, es decir, eso que no cesa de escribirse. Uno es el Edipo, en el plano simbólico, podríamos decir, el padre. Otro es la naturaleza de las sociedades, esto es, el imaginario. Por último, el campo de concentración, lo real; puntos de fuga que revelan aquello que no cesa de no escribirse.

En el ´64 la Escuela fue pensada como un conjunto "todos iguales" de sujetos trabajadores, todos miembros, que, como sabemos, "se autorizan de sí mismos". Trabajadores decididos, o como lo dice J-A. Miller, "una promesa".

El sujeto de la enunciación es, allí, la autoproclamación del "soy analista". Sólo es la palabra de quien la enuncia su autorización, sin garantía; no hay garantía. Y para que un elemento pertenezca a ese conjunto debe tener meramente la cualidad de "trabajador" por la causa analítica.

En 1967 se produce una torsión, un pasaje de este estado de igualdad de los trabajadores a la desigualdad de los psicoanalistas y los miembros. Se trata ahora de "ser autorizados por otros". La Escuela ejerce allí como entidad que garantiza que un psicoanalista surge de su formación, proviene de ella. El sujeto de la enunciación es, a partir de allí, el instituto analítico que determina títulos, grados y jerarquías que establecen las categorías de A.P. (analista practicante), A.M.E. (analista miembro de la escuela) y A.E. (analista de la Escuela).

Aquí, la Escuela como autoridad enuncia y se manifiesta respecto a quienes ejercen como autoridades analíticas, transfiere autoridad a la vez que pone en marcha este mecanismo entre los miembros.

Esta diferenciación, esta lógica de no-todos iguales en relación a la experiencia analítica, a su compromiso, al tiempo de su práctica, determina efectos insoslayables que circunscriben y ponen en tensión el poder y el saber, para lo cual no se trata de gobernarlo, como dice Miller en "El Banquete", sino de cómo inducir la transferencia de trabajo.

El punto problemático aparece cuando, a la pregunta ¿qué es un psicoanalista? se sella con una identidad de estos grados, se uniteraliza la formación, con una respuesta en la que el ser del analista se identifica al grado, por ejemplo, AE o al AME.

El principio de la formación establece que no se trata de modelos de formación, sino de una política orientada por lo real. Su consecuencia es una formación que no culmina con un ideal, sino que el analista es cada vez en relación a su acto, y el acto se produce y se verifica en cada ocasión.

No hay, por lo tanto, la culminación ideal y finita de la formación, aun habiendo atravesado la experiencia analítica. Se trata de una opción, de un riesgo, de una decisión que le impone al sujeto cada vez una elección.

En la llamada Teoría de Turín, elaborada en el año 2002, J.-A. Miller se ocupa de interpretar las lógicas colectivas en la Escuela de manera de subjetivar la Escuela.

Allí señala –retomando "Psicología de las masas y análisis del Yo"- que en todo grupo, "…..lo colectivo no es sino el sujeto de lo individual".

¿Qué quiere decir esto?

Que lo colectivo está hecho de una multiplicidad de individuos que toman al mismo objeto como Ideal del Yo. Ahí podríamos hablar de la causa común de los ideales, del Eros. Es decir, el mismo Ideal puesto en lugar de denominador común de muchos "Yo" individuales.

Lo colectivo, los grupos, una Escuela, en esta perspectiva, se analizan como una multiplicidad de relaciones individuales al Uno del Ideal. El ser de lo colectivo no es más que una relación individual, multiplicada.

Es decir que la estructura colectiva está constituida al nivel de las relaciones singulares del sujeto con el ideal.

Es decir, el grupo tiene su propia identidad que está dada por la relación de esos sujetos al Ideal. La Escuela supone, también, una lógica colectiva con un Ideal y lo que hace Lacan cuando funda la Escuela, es remitir a cada uno a su soledad de sujeto, a la soledad subjetiva, a la relación de cada sujeto con el Ideal, con el significante Amo, bajo el cual se coloca. No se coloca él como el Ideal, sino que se propone como un sujeto que tiene relación con un ideal, como los otros a los que invita a reunírsele con él. Ese es el punto común, no una identidad, sino una relación a un ideal.

Ahora bien, cada grupo tiene sus ideas y ese lugar es el lugar de la enunciación.

J-A. Miller distingue dos modos de enunciación en un grupo. Uno, el que se emite desde el lugar del Ideal, que consiste en oponer "nosotros" a "ellos", "amigo"-"enemigo", aludiendo a la tesis de K. Schmitt, que intensifica la masificación, la alienación subjetiva al Ideal, por la vía de la sugestión

Otro discurso – inverso- que también se emite desde el lugar del Ideal, pero que consiste en enunciar interpretaciones, es un discurso des-masificante, que disocia y remite a cada uno a su relación al Ideal.

La Escuela sería, entonces un conjunto de soledades subjetivas, una comunidad de sujetos que están advertidos de la naturaleza de los semblantes y para quienes el Ideal ,igual para todos es una causa para cada uno, experimentada a nivel de esta soledad subjetiva, como una elección subjetiva propia, forzada, que implica una pérdida…."

No es una colectividad sin Ideal, sino una comunidad que sabe lo que es el Ideal. .

La Escuela que pensó Lacan no fue la sociedad psicoanalítica de Freud, basada en los lazos fraternos que sostienen al padre como excepción, sino un conjunto o serie de excepciones, sujetos barrados cada uno, fijados a significantes amos, y "…habitados por la extimidad de un plus de gozar particular de cada uno".

En la Escuela, cada soledad es una excepción, no "sindicalizable"

Conjunto inconsistente a lo B. Russell, donde no vale el "para todos", sino que es "no-todo", lógicamente inconsistente, presentándose bajo la forma de una serie en la que falta una ley de formación.

No hay el "todo" de la Escuela., sino un conjunto anti-totalitario, regido por la función del Significante que falta en el Otro (S-A).

El problema de los efectos de grupo se presenta cuando esta tensión generada por las jerarquías, grados – garantía y autoridad, es taponado el lugar del Ideal por el Uno, cercenando la relación de cada Sujeto con el Ideal.

Según E. Laurent, en "Las paradojas de la Identificación", la dificultad "es creerse lo que uno es…", vector que conduce a la infatuación.

Cuando la autoridad deviene por los efectos de formación, es una vía que consolida lazos, civiliza.

El asunto se sitúa inquietante a la hora de pensar la escuela y los lazos entre estas soledades subjetivas, donde habría una apuesta a convivir con las diferencias.

El tratamiento del grupo y las diferencias estaría abordado por la creación del cartel. El cartel es contemporáneo a la creación de la Escuela, no así el pase.

El cartel como pequeño grupo, que se contrapone al pegoteo, a la identificación, o al efecto de grupo, justamente para ir en contra de la identificación a un líder o a un maestro.

El producto, como saldo de saber de una experiencia, nos indica que hay un saber inacabado, siempre por venir y por inventarse. Pero, una vez que se expone, eso produce un "remolino" Eso era lo que Lacan esperaba cuando funda la Escuela e invita a trabajar en pequeños grupos o carteles.

El más Uno, justamente, encarna un vacío o un falta, un menos, que agita, conmueve, contagia, descompleta, pero sin apropiarse del saber, ni identificarse a éste.

Es interesante pensar que la lógica colectiva de la Escuela está fundada en este funcionamiento circular, permutativo, variable, donde no hay el saber constituido ni conclusivo de las funciones o títulos o producciones, sino que eso siempre es posible de enunciar, de elaborar o de inventar cada vez.

Se trata más bien de una organización circular, marcada desde el ángulo de una cierta igualdad. En el sistema de los carteles, nadie es mejor que el otro. "La ideología del cartel tiene un costadito nivelador…."

Podría agregar para finalizar…. Todos analizantes…donde el saber que se extrae y se trasmite, nunca conclusivo…. siempre, inalterablemente cuenta con algunos otros….

Entonces….¿Qué política es deducible del psicoanálisis?, que política es deducible de una escuela, sino la política de las diferencias, de lo inclasificable, de la desmasificación.


NOTAS

  1. Miller, Política Lacaniana. Colección DIVA.